viernes, 10 de noviembre de 2017

LA CONDUCTA SEXUAL SE PUEDE SUPERAR Bíblicamente tenemos esta seguridad claramente expresada en 1a.Corintios 6:9-11 (ésto érais algunos, mas ahora…).
a) También está reconocido por líderes del propio movimiento homosexual, aunque eso sí, añaden enseguida que no lo aconsejan porque se agrava un conflicto interno, ya que muchos se siguen sintiendo atraídos por las personas de su mismo sexo, y por esta razón que algunos recaen esporádicamente en relaciones homosexuales. b) La ciencia dice y demuestra que es posible, con la terapia y ayuda necesaria, trabajando en las áreas heridas de la personalidad de la persona que provocaron la aparición del trastorno. Dicen que el porcentaje de éxito es alto, cuando el paciente pone su voluntad y colaboración decidida en obtener los resultados del tratamiento. Y que el fracaso en esta área, como en otras que tiene a una modificación de la conducta como objetivo, se debe a la falta de voluntad ó perseverancia, que en muchos casos tiene su origen en los mensajes que sus antiguos compañeros ó los colectivos homosexuales les hacen llegar para que desista. No es fácil. Nadie dice ni pretende que lo sea. Casi todas las cosas importantes de la vida son difíciles, pero mucho más cambiar las tendencias y las inclinaciones de las personas, no solo en el caso de la homosexualidad, sino en muchos otros: drogadicción, alcoholismo, anorexia, ludopatía, programación de mentalidad sectaria, inclinaciones a la violación, agresividad, abuso, etc. Pero además, la dificultad se incrementa en relación directamente proporcional al tiempo en que han arraigado las causas y se han consolidado hábitos. Es decir, algo que es fácil de tratar a los doce ó trece años, es mucho más difícil a los 25 y absolutamente complicado a los 40. Los traumas se asientan, la conducta se rodea de circunstancias no solo emocionales, sino también sociales, de hábitos, de modo que los hilos que componen la red que hay que deshacer son más y más complicados. Se necesita tomar una decisión importante.- Algún/a joven puede sentir inclinaciones homosexuales, por haber estado expuesto a algunas de las condiciones que hemos mencionado, pero al sentirlas tiene que tomar una decisión: La decisión a menudo que se plantea está principalmente situada entre seguir el mensaje de los colectivos homosexuales ó seguir el mensaje de los que le dicen que esa conducta es contraria a la voluntad de Dios, y buscar en este caso los remedios que le puedan ayudar. También hay muchos especialistas que sin ser cristianos tienen una visión técnica del asunto que se basa en el mismo diagnóstico de la salud mental. De cualquier modo, como en todas los asuntos importantes de la vida, los individuos necesitan hacer una reflexión y tomar decisiones que van a comprometer las cuestiones más importantes de su vida en el futuro. Para alcanzar el éxito de superar su condición actual es necesaria una fuerte motivación. Hay buen número de personas homosexuales en todo el mundo que han logrado restaurar sus problemas de conducta por motivaciones familiares ó sociales. Pero probablemente la motivación más importante, y por ello la más atacada por los colectivos gay, sea la decisión de seguir a Cristo. En este caso, no solamente se necesita conocer que ese trastorno de la conducta es una enfermedad psicológica, sino también que su resultado práctico atenta contra la voluntad del Creador tanto el ámbito de su Señorío como en su consideración moral, y por lo tanto deben actuar resueltamente para restaurar su personalidad y su vida hacia el diseño original de Dios. Querer agradar a Dios con nuestra vida sujetándola a los principios naturales y morales de su voluntad produce una fuerte motivación para conseguir el éxito, y además cuenta con la presencia de Cristo en la vida, en los momentos más difíciles de la travesía y con la ayuda del Espíritu Santo fortaleciendo y sanando interiormente las heridas y los traumas del pecado. Pero la cosa no es tan simple en muchas ocasiones como decidir aceptar a Cristo y pedirle que cambie tu vida, porque nuestra voluntad no está siempre tan floja como para aceptar de entrada que la obra reparadora del Espíritu Santo opere en todas las esferas de la vida que han ocasionado el trastorno. Decía una mujer lesbiana. Yo le pido a Dios que me cambie, pero no lo hace. Pero el orientador que la estaba tratando, en la simple conversación comprobó como aquella mujer seguía odiando a su padre porque había abusado de ella cuando era niña. Mientras las heridas no se reparen, con el perdón hacia las causas y hacia uno mismo, las consecuencias más profundas permanecerán. La necesidad de ser transformado en todo nuestro ser, espíritu, alma y cuerpo debe ser ejercida y atendida por la voluntad.

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